La salud mental en nuestro país se desarrolla en un contexto complejo, atravesado históricamente por la pobreza, la desigualdad social, la violencia, exclusión, discriminación, etc. Sumado a ello, los efectos de la pandemia por el COVID-19, la inseguridad ciudadana, la corrupción, xenofobia. Factores que vienen afectando la salud mental de la población, sus condiciones de vida, sus relaciones y convivencia familiar, laboral, y social, así como los proyectos de vida. Afectación que es aún mayor en los que se encuentran en situaciones de vulnerabilidad, como los niños, mujeres, adultos mayores, personas con discapacidad, con diversidad sexual, migrantes, comunidades andinas, amazónicas, etc.
En este contexto, las estadísticas nos muestran cada año, un incremento de la ansiedad, estrés, depresión, violencia de género, bullying, suicidios, trastornos mentales, etc. Siendo urgente seguir priorizando la atención de la salud mental, el mismo que no es solo responsabilidad individual, sino también colectiva, institucional y del Estado.
En ese sentido, desde la experiencia terapéutica y de acompañamiento psicosocial, quisiéramos compartir algunos elementos que contribuyen a promover el bienestar socioemocional de las personas, familias y comunidad.
Un primer elemento, es la disposiciónpara una escucha comprensiva y respetuosa de todas las voces, al interior de las familias, parejas, organizaciones, comunidad. Una escucha que evita anteponer juicios y etiqueta, sino más bien una escucha que indaga, pregunta desde una curiosidad auténtica para comprender al otro/a, desde su propia vivencia, etapas de vida, historia, cultura, cosmovisión. Una escucha con todos los sentidos, escuchar los gestos, comportamientos, silencios, porque todo ello nos envía un mensaje, nos impacta y desde las preguntas, iremos entendiendo, aclarando, más no de las suposiciones o interpretaciones. Por lo tanto, necesitamos encontrar momentos juntos, generar espacios de encuentros para escucharnos, mirarnos y reconocernos, para estar informados en qué estamos, quiénes somos, para expresar que estamos ahí, disponibles para apoyar si necesitan hablar, o recibir un abrazo, etc. Es decir, necesitamos construir espacios seguros, familias y comunidades seguras.
Otro aspecto importante, es promover el diálogo colaborativo, que se irá generando desde la escucha comprensiva de todas las voces. Al ser incluido en el diálogo, los integrantes se sentirán reconocidos, valorados, lo que irá motivando su participación y compromiso. Por ejemplo, asumir un rol en las tareas compartidas, en la resolución de los problemas, participar en las celebraciones, llegar a acuerdos y negociaciones justas. En ese sentido, los diálogos colaborativos promueven la restauración y fortalecimiento de los vínculos, el manejo saludable de los conflictos, realizar un trabajo compartido, que busque transformar las condiciones y relaciones de poder y dominio. Asimismo, para generar el bienestar colectivo, por el bien común, urge promover espacios de diálogo colaborativo que escuche las demandas actuales e históricas de pueblos excluidos históricamente y llegar a acuerdos justos y equitativos.
Un tercer elemento para generar bienestar, es activar nuestras redes de apoyo. Todos contamos con redes de apoyo, familiar, amical, comunitario, las mismas que se activarán para solucionar problemas o hacer frente a las necesidades que tenemos. Sin embargo, puede que no lo percibamos en algunos momentos, o quizás no conocemos algunos servicios de la comunidad. Para ello es importante que identifiquemos, a modo de un mapeo, a las personas más cercanas a nosotros, en quienes confiamos, a las instituciones, organizaciones, que existen en nuestra comunidad, que están presentes para atender determinadas necesidades, de salud, educación, trabajo, alimentación, denuncias, emprendimientos, etc. Por lo tanto, la red social son un soporte importante, que nos hace sentir sostenidos, que no estamos solas/os para superar problemas, generando una sensación de bienestar, de pertenencia, y confiar que podemos salir adelante. Como bien lo decía Boris Cyrulnik, padre de la resiliencia, superviviente del Holocausto nazi, que resistirán mejor al “machaque psicológico”, ante situaciones difíciles, y de incertidumbre, aquellos cuya fortaleza se base en la confianza en sí mismos/as, el expresar lo que les pasa, y tener a alguien a quién contárselo; es decir, contar con una red de apoyo.
Un cuarto elemento para promover bienestar, en nuestro contexto complejo, donde la responsabilidad no solo es individual sino colectiva; es implicarnos en la comunidad. En tanto que todos tenemos recursos y fortalezas, aún en el malestar psicológico, el hacer con otros, devolverá el protagonismo y control de nuestras vidas, por lo tanto, la acción comunitaria es fundamental para construir bienestar. Por ejemplo, en situaciones de violencia de género o familiar, o para poder salir del círculo de la violencia, buscamos o acogemos la ayuda de los amigos, acudimos a los grupos de ayuda mutua, la iglesia, el CEM, o servicios especializada en salud mental. Es decir, hacemos uso de los recursos de la comunidad desde muestra participación, recuperamos el bienestar desde la fuerza del grupo que nos acoge. O cuando nos sumamos en acciones de sensibilización, difusión, para que la violencia se cuestione y no continué normalizando o perpetuándose, o que no se siga siendo testigos pasivos ante la violencia. Asimismo, para abordar el bullying es importante la acción de los diversos actores de la comunidad educativa, tanto docentes, tutores, psicológicos, directivos, padres y madres, estudiantes, y comunidad. Como también en casos de personas con trastornos mentales, es muy importante el trabajo conjunto de la familia, con los servicios especializados, y una comunidad que no estigmatice sino más bien acoja, e integre a sus miembros. De esta manera estamos contribuyendo en la recuperación y desarrollo del bienestar socioemocional individual y colectivo, desde una acción comunitaria en la que vamos articulando con los diversos actores e instituciones públicas y privadas involucradas en la salud mental.
Otro aspecto importante, es el promover el autocuidado y mutuocuidado, en los diferentes espacios, familiar, pareja, laboral, comunitario. Para ello es importante identificar los factores que ponen en riesgo nuestro bienestar, como también las formas y conductas saludables que realizamos para contrarrestarlos y para sentirnos bien. En ese sentido, preguntarnos a qué riesgos estamos expuestos en nuestros diferentes espacios, registrar oportunamente los malestares físicos y psicológicos. Quizás estamos enfrentando una sobrecarga laboral, relaciones tensas en el trabajo, problemas de pareja y/o familiares, problemas de salud física y mental, abuso en el consumo de alcohol y tabaco; uso de drogas, duelos complejos, etc. Y luego preguntarnos, lo que venimos haciendo para contrarrestar los factores de riesgo, para tomar mayor conciencia de nuestras conductas saludables y poder amplificarlos e incluir otros. En ese sentido, importante planear actividades con los familiares en casa, hacer cambios en los hábitos que impide sus horas de sueño, dosificar el uso de la tecnología, realizar ejercicios, deporte, buena nutrición, expresar los sentimientos a través de las artes plásticas, la música, actividades creativas. Contar con espacios de conversación, de reconocimiento, de celebrar los pequeños logros y esfuerzos. En situaciones de crisis que sobrepasa nuestra capacidad de afronte, y nos sentimos desbordados o en crisis emocional, o tenemos problemas crónicos en nuestra salud mental, es saludable pedir ayuda a los servicios de salud mental que están disponibles en nuestra red de apoyo.
Finalmente, es importante señalar que las personas que acompañan o trabajan cerca al dolor, en contacto con el sufrimiento humano, de manera continua y cotidiana, se encuentran en mayor riesgo de sufrir un desgaste emocional. El mismo que se expresa en aislamiento, irritabilidad, síntomas somáticos, que de manera progresiva puede ir afectando las relaciones en la familia, amistades, con el equipo de trabajo. Siendo uno de los profesionales que está en alto riesgo de sufrir desgaste emocional, los psicólogos/as. Por lo tanto, es muy importante el autocuidado y cuidado de los equipos, el mismo que no es solo la responsabilidad de la persona, sino también de la institución desde donde brinda el cuidado.
En ese sentido, la salud mental debe ser una prioridad para todos y todas, y necesitamos implicarnos en una tarea conjunta, con todos los actores de la comunidad y Estado, para el bienestar individual y colectivo.
Por Martha Laberiano Agüero. Psicóloga clínica y comunitaria. CAPS, 30 de abril de 2024.